(Gn 37, 3-4. 12-13. 17-28 / Sal 105 / Mt 21, 33-43. 45-46)
Recordar las maravillas del Señor debe llevarnos primeramente a tener presente el inmenso amor que Dios nos tiene y reflexionar que tanto estamos aprovechando este amor y su gracia. Porque “tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.”
¿Somos de quienes rechazan o de quienes se aferran al Señor como la piedra angular que es? ¿Cómo saberlo? Revisa cuál es tu reacción en los momentos de dificultad y a dónde acudes en busca de refugio en esos momentos.
José por pura envidia fue vendido como esclavo, pero jamás responsabilizó a Dios de la injusticia de sus hermanos y siguió fiel al don que Dios le había dado, razón que le valió para ganar la confianza del faraón y hasta ser nombrado administrador. Dios tiene el poder de convertir las injusticias en bendición para los demás.
Pidámosle a nuestro Padre celestial que nos conceda fortaleza para no desanimarnos en las dificultades, aumente nuestra esperanza para perseverar y que nos haga experimentar su amor y cercanía para vivir el presente con la certeza de su amor.
(P. JLSS)
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