(1Jn 2, 18-21 / Sal 95 / Jn 1, 1-28)
Al termino del año civil se vienen a nuestra mente muchas cosas: lo logrado y lo que no, los que están y quienes se han ido, las alegrías y las penas, los propósitos cumplidos, etc… pero este año me gustaría que nos esforzáramos por responder sólo una pregunta ¿de qué le das gracias a Dios?
Lo primero que se me viene a la cabeza este día, después de escuchar en el Evangelio: “Aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios” es preguntarme qué tan dispuesto estuve a recibirle durante el año que termina y qué tan dispuesto estoy hoy para hacerlo.
Lo otro que pienso es que de Cristo, de su encarnación, “de su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo”. ¿Qué es aquello que no nos permite experimentar el gozo de contar con el Señor de nuestro lado?
Juan después de hablar del amor que Dios nos tiene y de Cristo como la única luz por la que nos debemos dejar iluminar dice: “Les he escrito, no porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira viene de la verdad”. No dejemos que cuestiones contrarias al amor de Dios o a su gracia nos distraigan, no permitamos que ninguna pensamiento, opinión o persona «anticristianas» nos distraigan o nos hagan temer. Vivamos este fin de año reconociendo la luz que ofrece Cristo y agradezcamos. Hay más cosas que agradecer.
(P. JLSS)
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