Santa Maria, Madre de Dios
(Nm 6, 22-27 / Sal 66 / Gal 4, 4-7 / Lc 2, 16-21)

María es madre de Dios… «Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne… De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen» (Concilio de Éfeso, 431 d.C., Carta de Cirilo a Nestorio. Cf. Dz 250).

“Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos”, porque lo que no se asume no se redime, Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, en María se dio la unión hipostática, mediante la cual quedan unidas de estas dos naturalezas.

Terminar la octava de Navidad e iniciar el año civil con esta solemnidad es reconocer que “en distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres, por boca de los profetas. Ahora, en estos tiempos, que son los últimos, nos ha hablado por medio de su Hijo” y que sólo en el Hijo podremos encontrar respuestas a muchas de nuestras interrogantes. Él se hizo humano, para hacer a la humanidad una morada digna de Dios; entró en el tiempo, para hacernos merecedores de la Eternidad; y, quiere venir a ti, para que reconozcas que nunca estás solo(a).

Respondamos al llamada que el Señor nos hace, él quiere que le experimentemos junto a nosotros en todo momento de nuestras vidas, no debemos temer, nos prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20) y Él cumple lo que promete. Y para el año que comienza, deseo que: “El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor te mire con benevolencia y te conceda la paz”.

(P. JLSS)