(Col 1, 21-23 / Sal 53 / Lc 6, 1-5)
¿En qué está centrada tu vida de fe, tu religiosidad? ¿En Cristo o en tu pecado? Puede parecer exagerada esta última pregunta, pero no, mucha gente en lugar de adentrarse cada vez más en el misterio de Cristo, se entretiene demasiado en otras cosas.
Debemos tener siempre presente en nuestras mentes que Jesús «es el camino, la verdad y la vida; que nadie va al Padre, si no es por Él», si no le tienes como el centro de tu vida terminaras poniendo otras cosas, incluso algunas que pueden parecer muy buenas o piadosas, pero terminaran distrayendo de igual manera.
El Señor, en el Evangelio, nos invita a reconocer su grandeza, reconocer que Él es «dueño del sábado», antes de cualquier otra cosa o devoción, reconocer la grandeza de Jesucristo debe ser nuestra prioridad, de eso dependerá nuestra serenidad ante cualquier circunstancia difícil, es tener presente que «Cristo sufrió en su cuerpo mortal, para hacerlos santos, puros e irreprochables a sus ojos», por nuestra causa…
Padre, por medio del Espíritu Santo, fortalece nuestra fe y nuestra esperanza, has que sepamos reconocer la grandeza que hay en el misterio de nuestra redención para que vivamos en la tranquilidad de contar contigo. Que podamos decir como el salmista: “El Señor Dios es mi ayuda, él, quien me mantiene vivo. Yo te agradeceré, Señor, tu inmensa bondad conmigo.”
(P. JLSS)
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