VIERNES – SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO

Diocesis de Mexicali https://diocesisdemexicali.org


(Col 1, 15-20 / Sal 99 / Lc 5, 33-39)

Cuando uno se encuentra con Jesús, necesariamente se debe sentir la necesidad de cambiar algunas cosas, maneras de pensar, actitudes, etc… pues, “Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres y entonces el vino se tira y los odres se echan a perder. El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos y así se conservan el vino y los odres.” Algo debe de cambiar.

Este cambio se dará de acuerdo con aquello que consideremos a Jesús ¿quién es Jesús para ti? De eso dependerá si hay cambio o no en ti y en mi. En Cristo hemos reconocido el amor de Dios, entonces “porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba”.

Si no interpretamos la vida teniéndole en cuenta, dejándonos iluminar por Él, andáremos en tinieblas, no tendremos la luz de la vida (cf. Jn 8, 12); y por más que queramos que el «vino» de Cristo (la buena nueva) añeje en nosotros, no se podrá ya no se puede compaginar el amor de Dios con pequeñeces.

Escuchemos a Pablo que nos dice quién es Cristo: “Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas, del cielo y de la tierra, y darles la paz por medio de su sangre, derramada en la cruz.” No nos entretengamos tanto en describir problemas o pecado, entretengámonos en profundizar en quién es Cristo y en todo lo que ha hecho por nosotros.

(P. JLSS)

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