(Gn 18, 1-15 / Lc 1 / Mt 8, 5-17)

Ayer compartíamos que quien cree en Jesucristo debe confiarle a Él todas tus necesidades confiando más en su poder que en sus propias limitaciones; hoy la Palabra nos invita a poner en manos del Señor, también las necesidades de quienes viven con nosotros, confiando igualmente en su poder, que sobrepasa por mucho nuestra lógica.

En la primera lectura, continuando con la historia de Abraham, escuchamos una pregunta qué bien se nos podría hacer a cada uno de nosotros: «¿Acaso hay algo difícil para Dios?» quien resucitó a Jesús de entre los muertos ¿no podrá librarte del problema que tengas?

Abraham supo ser anfitrión con quienes le visitaban, ya que quien confía en Dios no sólo le busca cuando necesita algo, debe procurar corresponderle siempre a su amor, no se trata de conveniencia sino de correspondencia. Quien se deja mover por Dios buscará el bien para quienes le rodean.

El oficial Romano, procuró la salud para su criado, supo reconocer que la autoridad de Jesús superaba cualquier otra autoridad incluyendo la suya. Hoy Padre Celestial, queremos pedirte que destruyas en nosotros toda soberbia, que lo que nos haga sentirnos orgullosos sea el contar contigo y que nos amas. Gracias por tu amor, queremos corresponderle.

(P. JLSS)