(Sb 1, 13-15; 2, 23-24 / Sal 29 / 2Cor 8, 7. 9. 13-15 / Mc 5, 21-43)
Aún resuenan en mi interior las palabras que Jesús dirigió a sus discípulos la semana pasada «¿por qué tienen tanto miedo? ¿Aún no tienen fe? Y es que las lecturas de este día nos invitan nuevamente a cuestionarnos acerca de aquello que nos pueda estar atemorizando en estos momentos ¿Lo tienes claro?
¿Te atemoriza lo material? ¿La enfermedad? ¿La muerte? En la segunda lectura, San Pablo nos invitaba a reconocer cuál es nuestra mayor riqueza, Jesucristo, “que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hicieran ricos con su pobreza”. De allí que nosotros que nosotros sepamos recurrir a Él cuando sintamos cualquier necesidad.
En el Evangelio escuchamos los casos de una mujer enferma y un papa con su hija enferma. La mujer, a pesar de que se había gastado toda su fortuna con los médicos, no había recuperado su salud, el padre de la niña enferma le cree más a Jesús que a aquellos que le hablaban de la muerte de la hija. Ser conscientes de quién es aquel con quien contamos…
La semana pasada, Padre, presentamos al Señor aquellas “tormentas” que sentimos que nos están hundiendo, hoy ponemos en sus manos todo aquello que necesitamos que cures o revivas, reconocemos que sólo tú tienes el poder y eres capaz de lograr satisfacer todo lo que necesitamos. Al igual que los personajes del Evangelio, recurrimos a ti con nuestras necesidades para que nos libres de ellas, en ti tenemos nuestra confianza, sabemos que no nos dejarás defraudados.
(P. JLSS)
0 Comments