(2Cro 24, 17-25 / Sal 88 / Mt 6, 24-34)

El rey Joás, es aquel niño que el sacerdote Yehoyadá cuidó de la amenaza de Atalía, pero una vez más que se convierte en rey y se la cree, no acepta corrección alguna, “el Señor les envió profetas para que se arrepintieran, pero no hicieron caso a sus amonestaciones”. ¿Existe alguna amonestación que el Señor te esté haciendo y que ignores por comodidad?

“El rey Joás no tuvo en cuenta el bien que le había hecho Yehoyadá y mató a su hijo, Zacarías…” este personaje creyó más en su corona que en el don de Dios, el poder opacó su juicio, su tesoro era él mismo. ¿Tienes presente la acción de Dios en tu vida? ¿Reconoces su misericordia?

No podemos olvidar el inmenso amor de Dios por nosotros, reconocer que “Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza”, nos debe ayudar en nuestro agradecimiento y fidelidad. Un corazón abierto a Dios no se preocupará tanto por lo material, porque ya está yendo.

¿Quieres saber cómo está tu amor por Dios? Mide el nivel de tu ambicion. Porque “nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”. No nos preocupemos por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas.

(P. JLSS)