(Is 30, 19-21. 23-26 / Sal 146 / Mt 9, 27-31)

Nuevamente en el Evangelio se nos deja ver la compasión del Señor, Él siempre atento a las necesidades de sus discípulos, y más cuando nos sentimos extenuados y desamparados como si no tuviésemos pastor. Este día la Palabra nos invita a cuestionarnos acerca de esto ¿Somos conscientes del constante cuidado del Señor?

En las palabras que el Señor pronuncia: “La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos…” deberíamos interpretarlas hoy, que estamos en tiempo Adviento, como una invitación a reconocerle en sus enviados y a rezar porque cada vez más personas le hagamos presente con su amor manifestado en nuestras vidas.

La aclamación nos recordaba que “el Señor es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey; él vendrá a salvarnos.” Por lo tanto, no debemos temer a nada ni nadie, el ha querido que nos rijamos por la ley del amor, nos juzgará de acuerdo al amor y viene a nosotros por amor ¿Nos dejamos amar?

Padre Santo, te agradecemos tu inmenso amor, sabemos que Tú pones todos los medios para que seamos conscientes y experimentemos tu inmenso amor, no permitas que nuestras dificultades y cuestiones que no comprendamos nos hagan dudar de ti. Sabemos que nos amas, queremos vivir de esta manera. “El Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas…”

(P. JLSS)