(Is 29, 17-24 / Sal 26 / Mt 9, 27-31)
¿Qué tanto nos parecemos a los ciegos del Evangelio? Nosotros confesamos que el Señor es la luz del mundo y que aquel que le sigue jamás andará en tinieblas (Cf. Jn 8, 12) si Jesús se acercara a nuestras vidas para quitar nuestra ceguera y lo hiciera como con los personajes del Evangelio ¿Nos curaríamos?
Decimos creer en las palabras del salmo: “el Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?”, de allí que deberíamos preguntarnos acerca de lo que nos esté haciendo temblar y por qué. Si el día de hoy Jesús se te acercara y tu le presentaras las necesidad que estas teniendo, tus incomprensiones, las dificultades, etc… y te preguntara ¿Crees que puedo hacerlo? Y después de tu respuesta, te dijera “Que se haga conforme a tu fe” ¿Que crees que sucedería? ¿Si se te quitaran o disminuyeran estas situaciones?
En nuestros momentos de incertidumbre, tristeza, debemos tener presentes las palabras de la aclamación: “ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder para iluminar los ojos de sus hijos”, en el Señor esta la Luz que necesitamos para mirar con claridad la realidad, esta certeza nos alejará del lamento del ¿por qué…? Y nos conducirá a la confianza del ¿Cómo seré capaz de…?
(P. JLSS)
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