MIÉRCOLES – SEMANA XXV DEL TIEMPO ORDINARIO Fiesta de san Mateo, Apóstol y evangelista

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(Ef 4, 1-7. 11-13 / Sal 18 / Mt 9, 9-13)

Celebrar al Apóstol san Mateo debe ser para nosotros un grande estímulo, un ejemplo de abandono a la voz del Señor y a su misericordia, Mateo se reconoció enfermo frente al llamado del Señor pero puso mayor atención en Jesús que en su enfermedad, reconoció que “no son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos…”

Esta experiencia que vivió Mateo, nos recuerda la dinámica que todos viviremos frente al amor de Dios: ante su llamada misericordiosa se puede generar una cierta sospecha basada en nuestros prejuicios y cuando uno se convence de seguirle venciendo los propios prejuicios, vienen los demás y criticarán nuestro nuevo modo de vida. Dependerá de nosotros a quién le prestaremos mayor atención.

Pensemos más en el amor de Dios y sigamos el consejo que san Pablo dió a los efesios, “los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor”. ¿Tienes claridad en qué es lo que Dios te está pidiendo en estos momentos?

Nuestra vida de fe debe ser una respuesta al amor de Dios, por ello debemos procurar escucharle más a Él que a los demás, recordemos que “cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado… Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo.” Confiemos en que si Dios nos confió algo es porque sabe que somos capaces, confiemos en él más que en nuestros prejuicios o lo que digan los demás.

(P. JLSS)

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