(Ecle 1, 2-11 / Sal 89 / Mt 9, 9-13)

“Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre si no es por mí…”, esta es una de las frases más repetidas del Evangelio, sin embargo, creo que muchos recordamos vagamente su contexto, Jesús se está despidiendo de sus discípulos y uno de ellos le dice «si no sabemos a dónde vas ¿cómo podemos saber el camino?» y la respuesta del Señor es esta frase.

Y es que la mejor forma de saber si se está siguiendo un buen camino es reconociendo si en nuestro modo de proceder estorba Jesús; si queremos conocer la verdad, debemos tener presentes las palabras del Señor; si a nuestra vida sentimos como si le faltara contenido, es porque nos hemos alejado de Jesús.

Procuremos evitar buscar a Jesús a la manera de Herodes, por puro morbo y cómo espectadores, si hemos aceptado al Señor, dejemos que se involucre totalmente en nuestras vidas. Cristo es lo único estable, Él es el mismo ayer, hoy y lo será siempre (cf. Hb 13, 8) “Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión.”

Pidámosle a nuestro Padre Celestial que ilumine nuestras mentes con la luz del Espíritu Santo para interpretar la realidad reconociendo su presencia en nuestras vidas y la necesidad que tenemos de dejarle involucrarse cada vez más. De manera que se convierta en una certeza en nosotros, la frase de Santa Teresa: «Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta.»

(P. JLSS)