(Prov 21, 1-6. 10-13 / Sal 118 / Lc 8, 19-21)

¿Cómo estamos administrando el amor y la gracia de Dios en nosotros? A quien se sabe amado por Dios se le debe de notar en su manera de vivir; Al Señor no se le puede apantallar, ni aparentar, “al hombre le parece bueno todo lo que hace, pero el Señor es quien juzga las intenciones” jamás debemos olvidar esto.

Lucas nos cuenta que un día mientras el Señor predicaba en una ocasión, quisieron acercarse a Él María y algunos parientes pero no podían hacerlo a causa de la muchedumbre, una persona se lo dice y Jesús en lugar de distraerse de su predicación aprovecha esto para seguir enseñando: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica…”, sus discípulos tienen una relación más estrecha que la meramente humana.

Jesús no se ha dejado distraer, tras anunciar la parábola del Sembrador, ha aprovechado las circunstancias para seguir anunciando el reino de Dios, y tú ¿te dejas distraer por cualquier cosa en el seguimiento del Señor? ¿Cómo saber esto? Mira tu alrededor y reconoce que frutos está habiendo, analiza tus actos ¿corresponden a alguien que es amado?

Que ninguna injusticia nos distraiga del amor de Dios, estemos atentos a su amor siempre, recordemos qué hay que perseverar hasta dar fruto, cuando se nos presenten situaciones difíciles o extrañas no juzguemos recordemos que “el malvado busca siempre el mal y nunca se apiada de su prójimo. Cuando se castiga al arrogante, el sencillo aprende; cuando se amonesta al sabio, crece su ciencia”. No nos dejemos distraer.

(P. JLSS)