(Hch 20, 28-38 / Sal 67 / Jn 17, 11-19)

En los momentos de confusión ¿acudes al Espíritu Santo para que te ilumine? Cuando se presentan dudas o cuestionamientos de fe ¿recurres a la palabra de Dios y al Magisterio de la Iglesia o a qué fuente recurres? San Pablo advierte a los presbíteros de Éfeso, “surgirán hombres que predicarán doctrinas perversas y arrastrarán a los fieles detrás de sí. Por eso estén alerta…”

Una de las pruebas más importantes de la acción del Espíritu Santo es la unidad, él nunca inspirara división, esa no es su función sino todo lo contrario. La unidad entre cristianos también es el deseo del Señor, en su oración dice: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros.”

Pongamos en duda todo mensaje o predicación que genere división, sospecha o duda, independientemente del medio por el que nos llegue, la fama del predicador, lo central debe ser el Evangelio y nuestro Señor Jesucristo. Tristemente hoy en día abundan en los medios de comunicación obispos, sacerdotes, religiosos, pastores, etc., que sólo confunden y denigran nuestra fe, no compartamos sensacionalismo.

San Pablo en su despedida encomienda a los presbíteros «a Dios y a su palabra salvadora, la cual tiene fuerza para que todos los consagrados a Dios crezcamos en el espíritu y alcancemos la herencia prometida», seamos dóciles al Espíritu y reconozcamos sobre que temas necesitamos estudiar y qué es aquello en lo que necesitamos su luz para no andar promoviendo más división en el mundo.

(P. JLSS)