(Hb 2, 14-28 / Sal 23 / Lc 2, 22-40)

Hoy celebramos el día de la presentación del Señor en el Templo, San José y la Virgen María van al templo a cumplir con la ley de Moisés: el Rescate (cf. Ex 13, 1. 12-16; Nm 8, 16-17) y la Purificación (cf. Lv 12, 1-7), como decíamos al comienzo de la misa «para cumplir públicamente con la ley de Moisés, pero, en realidad para venir al encuentro de su pueblo que lo esperaba con fe».

De allí la devoción de entrar este día al templo con nuestras velas encendidas, quienes creemos en el Señor debemos hacerlo así, con nuestras lamparas encendidas (cf. Mt 25, 1-13), y nos reunimos para encontrarnos con la Luz verdadera (cf. Jn 8, 12): mediante la vivencia de la comunidad, la escucha de la palabra, las oraciones y la fracción del Pan (cf. Hch 2, 42).

Cuando vienes al templo (iglesia) ¿Qué tanta disposición tienes para encontrarte con el Señor? María y José a los ojos del mundo eran una pareja común, humilde, sencilla, quizá para muchos de los que estaban en el templo (sacerdotes incluidos) eran simplemente «uno más», pero no así para Simeón y para Ana, ellos estaban atentos y lograron percibir la presencia del Señor.

Voy a reformular la pregunta anterior, ¿Qué tanta disposición tienes para encontrarte con el Señor en el templo? ¿Sigues conformándote con lo virtual? ¿Justificas tu inasistencia por flojera con supuesto miedo, precaución o cuidado? Pidamos a Dios Padre, que por medio del Espíritu Santo, vuelva a rejuvenecer nuestros corazones confiando en que el Señor «hace nuevas tosas las cosas» (cf. Ap 21, 5), y que pongamos más atención en lo que Dios nos ofrece que en lo que nos atemoriza. Dejémonos iluminar por Él.

(P. JLSS)