(Hch 3, 1-10 / Sal 104 / Jn 24, 13-35)

¿Tienes claridad en cuál es tu mayor necesidad? ¿Qué es aquello que actualmente más le estás pidiendo a Dios? El «lisiado de nacimiento» miraba como su necesidad la limosna, es hasta que se encuentra con el poder de Cristo que descubre qué era lo que necesitaba.

Este hombre iba en busca de una limosna y encontró algo mucho más valioso, su salud. Estaba tan acostumbrado quizá a ser «el lisiado» que ya no pedía que se le curara su mal, procuraba sólo aquello que él creía era su mayor necesidad.

Por otra parte, los discípulos de Emaús, iban tan enfrascados en su dolor que no reconocieron a Jesús Resucitado que caminaba junto a ellos; el Señor siempre camina junto a nosotros, reconocer su presencia en nuestras vidas debería ser nuestra mayor necesidad. Si fuéramos conscientes de ella en nuestras vidas todo sería diferente.

Pidámosle al Señor que la fuerza de su resurrección rompa todos nuestros miedos y nos dé la fortaleza para soltar todas aquellas cosas que sabemos nos esclavizan pero con las cuales ya nos acostumbramos a vivir. No tengas miedo a la libertad, “Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas…”

(P. JLSS)