(Col 2, 6-15 / Sal 144 / Lc 6, 12-19)

Tras escuchar las palabras del Señor donde nos dice: “yo los he elegido del mundo para que vayan y den fruto y su fruto permanezca…” sería muy bueno que nos preguntáramos qué tantos frutos están generando en nosotros el Evangelio ¿procuramos acercarnos al Señor para que nos cure o ya nos acostumbramos a aquellas enfermedades que no le permiten acercarse del todo?

En el Evangelio se nos dice que “toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos” ¿qué tanto aprovechamos esta fuerza? Él no nos ha llamado por equivocación, sino porque sabe que con su gracia y amor somos capaces de realizar todo aquello que se nos presenta. Esto no depende de nosotros sino del amor de Dios.

En la comunidad de Colosas, como en muchas comunidades cristianas primitivas, se habían introducido ideas judaizantes que san Pablo llama «teorías y razonamientos falsos, fundados den tradiciones meramente humanas y en valores de este mundo», le preocupaba todo lo que pudiera distraer la atención del seguimiento puro de Cristo.

Padre Santo, te pedimos que nos ilumines para lograr quitar de nuestras mentes y religiosidad, todas aquellas tradiciones meramente humanas que nos pudieran estar alejando de lo verdaderamente importante, la vivencia del amor que Dios nos ha manifestado en Jesucristo. “Él anuló el documento que nos era contrario, cuyas cláusulas nos condenaban, y lo eliminó clavándolo en la cruz de Cristo.”

(P. JLSS)