LUNES – SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Diocesis de Mexicali https://diocesisdemexicali.org


(Job 1, 6-22 / Sal 16 / Lc 9, 46-50)

Las lecturas de este día me han recordado un soneto, anónimo, muy bello que comienza diciendo: “No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte…” y dice que lo que le mueve es el amor que Dios le ha dado ¿qué nos mueve a seguir a Jesús?

¿Tienes claridad en lo que te hace seguir a Jesús? En el Evangelio, Jesús invita a sus discípulos a no buscar puestos importantes, quien dice ser discípulo del Señor lo debe hacer con libertad, pues está consciente de que su maestro “…vino a servir y a dar su vida por la redención de todos.” Quienes se aferran o persiguen «puestos» o «lugares importantes» ya no están siguiendo a Dios están persiguiendo su imagen personal y han hecho de su autoestima algo dependiente.

Lazaro, el personaje del que hablábamos ayer, no se salvó solo por ser pobre solamente, sino por amar a Dios independientemente de su situación particular ¿tienes una fe así de fuerte? Job por su parte, después de tanta calamidad exclama: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; ésa fue su voluntad: ¡Bendito sea el nombre del Señor!”, otra persona libre frente a Dios.

Pidámosle a nuestro Padre Celestial que fortalezca nuestra fe, que la haga desinteresada y libre como la de los niños que se saben alegres por contar con su amor y protección. Dios nos libre de aspiraciones superfluas o dependencias insanas, sigamos a Jesús dejando que el amor que ha manifestado en la cruz nos conmueva y nos haga humildes. Para ser libres hemos sido liberados (cf. Gal 5, 1), el único protagonista en la Iglesia es Cristo (cf. 1Tim 2, 5)

(P. JLSS)

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