Homilia diaria

LUNES – SEMANA XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

Diocesis de Mexicali https://diocesisdemexicali.org


(1Tim 2, 1-8 / Sal 26 / Lc 7, 1-10)

Cuando se lee este pasaje del Evangelio debemos reconocer cuestionarnos acerca de nuestra fe, en cada eucaristía repetimos la frase de un oficial romano que demostró mayor fe en Jesús que quizá muchos de los judíos que decían esperar la llegada del mesías, supo reconocer que bastaba un pequeño acto del Señor para lograr lo que necesitaba.

Este personaje reconoce el poder del Señor, su indignidad frente a él pero le deja todo en sus manos: “Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano…” ¿reconocemos el poder de Dios? ¿Su misericordia y nuestra indignidad? ¿dejamos todo en sus manos?

Dios nos ha amado tanto que nos ha enviado a su Hijo para dejárnoslo claro, no lo envió para condenarnos sino para que nos salváramos por su medio (Cf. Jn 3, 16-17), debemos acercarnos a Él confiadamente, “pues él quiere que todos los hombres se salven y todos lleguen al conocimiento de la verdad, porque no hay sino un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre él también, que se entregó como rescate por todos.”

Hagamos caso a las palabras de San Pablo a Timoteo: “Te ruego, hermano, que ante todo se hagan oraciones, plegarias, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, y en particular, por los jefes de Estado y las demás autoridades, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, entregada a Dios y respetable en todo sentido.” Hagamos lo que nos toca para que todo el mundo pueda conocer a Jesús; fundamento de eso es la oración, hay que orar mucho para poder seguirle y anunciarle libres de toda coacción.

(P. JLSS

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