(Ex 32, 15-24. 30-34 / Sal 105 / Mt 13, 31-35)

Ayer la palabra nos invitaba a tener presente la providencia de Dios y cómo Él jamás se olvida de nosotros. Debemos aceptar su misericordia, el hecho de que “por su propia voluntad el Padre nos engendró mediante la palabra de la verdad, para que fuéramos, en cierto modo, primicias de sus creaturas…” ¿permites que Dios actúe en tu interior?

La palabra de este día nos invita a cuestionarnos acerca de aquello a lo que le permitimos que produzca frutos en nuestro interior; cuando permitimos que el miedo y/o lo incomprensible nos domine, tarde que temprano volveremos a buscar viejos “ídolos”, porque querremos respuestas rápidas.

Cuando nos abandonamos a la fe, sabremos aguardar la acción de Dios y compartiremos su amor a quienes nos rodean; como la semilla de mostaza que de ser muy pequeña termina siendo un arbustos muy grandes donde encuentran cobijo a los pájaros; como la levadura, que termina fermentando toda la mesa. A quien se sabe amado se le nota.

Espíritu Santo, ven a nuestro corazón y fortalécelo con tu presencia, no queremos volver a antiguos ídolos sino permanecer fieles a ti, sabemos que un mero cumplimiento teórico de lo que «debe ser» terminará cansándonos, por ello te pedimos una experiencia grande de tu amor, de tal manera que nos aferremos a ti. Que se nos note tu amor en la confianza a tu providencia.

(P. JLSS)