(2Re 4, 42-44 / Sal 144 / Ef 4, 1-6 / Jn 6, 1-15)
La semana pasada se nos recordó que el Señor es nuestro Pastor, el nos conduce a donde nos conviene y nos cuida de cualquier amenazas; hoy las lecturas nos invitan a confiar en la Divina Providencia. Aquel que nos ama, no sólo nos cuida sino que también procura nuestro bienestar.
En la primera lectura escuchamos el pasaje en el que Elíseo aprovecha las primicias que le traen para alimentar a los cien hombres, el profeta confiando en la palabra de Dios les reparte y hasta sobra; en el Evangelio Jesús, con cinco panes y dos pescados alimenta a una multitud. Quien desconfía siempre dirá algo semejante a lo que dijo Andrés «¿pero qué es esto para tanta gente?»
Quien se ha encontrado con Jesucristo, debe ser consciente de todo su empeño debe estar puesto en «llevar una vida digna del llamamiento recibido» en Cristo Jesús; sigamos los consejos de san Pablo: “Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz”.
Si Dios cuida de nosotros ¿a qué debemos temer? Nos debemos preocupar únicamente por aumentar nuestra fe y confianza en Él… pon sus manos todo aquello que sientas que te está haciendo falta, deja que Cristo lo administre, él puede hacer que algo que parece precario sea capaz de saciar multitudes. Padre, te entregamos nuestras necesidades, danos la paz y confianza que necesitamos.
(P. JLSS)
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