(Gn 28, 10-22 / Sal 90 / Mt 9, 18-26)

Ayer reflexionábamos cómo quién cree en Jesús sabe que Dios está siempre dispuesto a amarle, que puede recurrir a su gracia cuando lo necesite, que debe vivir confiado por tener un padre que le ama. ¿Reconoces la presencia de Dios en tu vida?

Jacob, tras su sueño, pudo reconocer un sitio común como la casa de Dios, como la puerta del cielo; nosotros por nuestra fe en Jesucristo y por la efusión del Espíritu Santo que hemos tenido desde el bautismo, somos conscientes de que que Dios habita en nuestro interior ¿permitimos que se nos note esta presencia?

Los personajes del Evangelio, tras reconocer la cercanía del Señor, recurrieron a Él en busca de lo que necesitaban, ambos por su fe encontraron lo que buscaban: uno la curación de su hija otra fue curada de su enfermedad. Dos elementos son aquí los importantes, por un lado, el reconocimiento y la fe; por el otro, supieron ver más a Jesús que sus limitaciones o enfermedades.

Señor Jesús, sabemos que tu poder es más grande que cualquier pena que podamos estar cargando en estos momentos, por ello acudimos a ti confiados en que tu misericordia es más grande que nuestras miserias. Ponemos en tus manos todo ello y pedimos que por el poder del Espíritu Santo, desaparezcas todo poder que le hayamos dado a eso. El único poder que nos interesa es el de tu amor en nuestras vidas.

(P. JLSS)