Memoria de San José, obrero
(Hch 11, 1-18 / Sal 41 / Mt 13, 54-58)

“¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero?” Es muy importante reconocer como en nuestra manera de proceder influyen nuestros padres, como también esto hablará bien o mal de ellos. En el pasaje del Evangelio que leímos podemos encontrar como los conciudadanos del Señor por creer que le conocían a la perfección limitan su apertura a él.

No solo les puede pasar a ellos esto, a ti y a mi también puede pasarnos igual, estemos atentos a esto, no vaya a ser que nos cerremos al Señor por nuestros prejuicios. Como escuchamos que el Señor le enseña a Pedro en la primera lectura: “No tengas tú por impuro lo que Dios ha hecho puro” reconoce sólo lo que te estorba para vivir el inmenso amor que Dios te ha demostrado ya.

San Pedro tuvo que reconocer que la misericordia de Dios rebasaba su comprensión y que acepta a todos porque es nuestro Padre, lo podemos constatar cuando dice en su discurso: “por lo tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesús, ¿quién soy yo para oponerme a Dios?”

Nuestro buen Pastor nos ha querido dejar en claro que lo único verdaderamente importante es seguirle, que debemos aceptar su misericordia y su amor para lograr ser verdaderamente libres. Soltemos nuestros prejuicios y acerquémonos al Señor desde nuestra realidad concreta y que el ejemplo de San José nos inspire para llevar a Dios a todos los lugares donde desempeñemos nuestras labores cotidianas.

(P. JLSS)