(1Pe 5, 5-14 / Sal 88 / Mc 16, 15-20)

Hoy celebramos la fiesta de san Marcos, Evangelista, él es quien según la tradición nos recoge la predicación del apóstol san Pedro en su evangelio, trabajo un tiempo con san Pablo y Bernabé (durante el primer viaje misionero), y su compañía también fue razón para la separación apostólica de estos dos santos…

En san Marcos podemos encontrar un ejemplo de que se puede volver a empezar, que Dios siempre está dispuesto a recibirnos, que se vale caer, lo que no se vale es mantenerse en los errores, Marcos dejó por las amenazas de la misión a Pablo y Bernabé, pero gracias a su vuelta a la misión se convirtió en secretario de san Pedro. Cuántos de nosotros no hemos crecido después de un error, estos nos llevan a ser mejores.

Nunca es tarde para dejar que la misericordia de Dios nos transforme, sigamos los consejos de san Pedro: «Que en su trato mutuo la humildad esté siempre presente, pues Dios es enemigo de los soberbios, y en cambio, a los humildes les concede su gracia. Humíllense, pues, ante la mano poderosa de Dios, para que él los levante y encumbre en el momento oportuno. Dejen en sus manos todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes». Una invitación a la humildad, a la paciencia y a confianza.

«Estemos alerta y no nos dejemos sorprender, porque nuestro enemigo, el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resistámosle firmes en la fe», pidámosle a Dios nuestro Padre, por intercesión de San Marcos, que fortalezca nuestra fe, que en los momentos de duda seamos dóciles al Espíritu Santo para no acobardarnos jamás y si llegará a pasar esto, dejar de lado toda soberbia y tener la humildad de volvernos a su amor confiados.

(P. JLSS)