(1 Sam 1, 1-8 / Sal 115 / Mc 1, 14-20)

Hoy comenzamos litúrgicamente el primer periodo del tiempo ordinario que concluirá con el miércoles de ceniza, en el calendario litúrgico hay «tiempos fuertes»: cuaresma, Semana Santa (donde se encuentra el Triduo Pascual), la cincuentena pascual (concluye con Pentecostés); también, tenemos Adviento y el tiempo de navidad que concluimos ayer con la Fiesta del Bautismo del Señor. El segundo periodo del Tiempo Ordinario comprende desde el lunes después de Pentecostés hasta el sábado anterior al primer Domingo de Adviento.

Si bien este tiempo no hay una estructura propia o una preparación especial para celebrar una Solemnidad de especial preponderancia, es en este tiempo en el que meditamos de un modo profundo, continuo y progresivo el Misterio de la Salvación. Hoy, por ejemplo, escuchamos el comienzo de la «vida pública de Jesús» según nos lo cuenta san Marcos en su Evangelio.

Marcos comienza su Evangelio con la invitación de Jesús a la conversión, porque el Reino de Dios está cerca de nosotros, para quienes creemos en Jesucristo esta es una invitación que no se nos debe olvidar jamás: Dios quiere estar cerca de nosotros y quiere que seamos conscientes del inmenso amor que nos tiene.

Pidámosle a Dios Padre, que por medio del Espíritu Santo nos dé la capacidad de poner nuestra atención en el Señor, antes que en cualquier situación difícil o incomprensible, imaginemos que Dios nos hace la misma pregunta que Elcaná hace a Ana “…¿por qué está triste tú corazón?…” y dejemos que su amor nos traiga paz.

(P. JLSS)