(Hch 2, 14. 22-33 / Sal 15 / Mt 28, 8-15)

Ayer escuchábamos en el Evangelio las palabras que se les hacían a las mujeres que se acercaron al sepulcro: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado”… con estas mismas palabras nos debemos interpelar cada uno de nosotros ¿buscamos a Jesús confiando en que está vivo y nada lo puede vencer?

Hoy a las mujeres el mismo Jesús resucitado les dice: “No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán.” El Señor les devuelve al lugar del que salieron pero les pide estar atentos, será allí donde le encontrarán. Estemos atentos a nuestra vida diaria, allí nos podemos encontrar con el Señor.

Aferrémonos al Señor resucitado, no al miedo, ni a los malos hábitos, aferrémonos a Él que vive y reina por siempre, confiados en su interés por nosotros, ya nos ha demostrado de lo que es capaz en la cruz. “Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción”.

Padre Santo, nos acercamos a ti agradecidos por tu amor, te pedimos que nos éste nos impulse a comportarnos de acuerdo al mismo y que a lo único que temamos sea a alejarnos de ti y de tu inmenso amor. No queremos volver a ser esclavos ya que reconocemos que nos has liberado.

(P. JLSS)