JUEVES – SEMANA XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

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(1Cor 15, 1-11 / Sal 11 / Lc 2, 33-35)

El día de ayer en muchas partes del mundo celebraban la exhalación de la Santa Cruz (en México, por razones de devoción y tradición se celebra el 3 de mayo) esta es la razón por la que este día se conmemore a la Santísima Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de los Dolores. Hablar de Jesús en la Cruz, nos debe recordar que su madre no le abandonó.

En la crucifixión del Señor, reconocemos como Iglesia el cumplimiento de las palabras que Simeón le dijo a María cuando san José y ella acuden al tempo para la presentación del Señor: “… Y a ti, una espada te atravesará el alma” ¿podemos imaginar el dolor de la Virgen María mientras miraba sufrir a su hijo en la Cruz?

Quizá no podamos imaginar ese dolor, pero si podemos reconocer en ello la entereza, la fe, el abandono a la voluntad de Dios de María, así como también podemos recordar el encargo que Jesús le hizo de acogernos cuando nos viera asustados o escandalizados por el sufrimiento, dependerá de nosotros si la aceptamos o no (cf. Jn 19, 26-27).

Pero la Cruz no venció al Señor, ni nos vencerá a nosotros si permanecemos unidos a Él. Cuando se nos hagan presentes los momentos de Cruz asumámosla confiados en el amor y en la gracia de Dios, también confiando en la intercesión y compañía de nuestra madre: donde hay un crucificado (enfermo, anciano que se siente solo, unos padres preocupados por alguno de sus hijos, etc.) siempre estará cerca la Virgen María es el encargo que le dio su hijo, confiemos en ello.

(P. JLSS)

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