(1Tes 3, 7-13 / Sal 89 / Mt 24, 42-51)

“Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?” Cuánta necesidad en estos tiempos hay de que pidamos a Dios en nuestra oración palabras semejantes, mucho activismo por tener pero casi nulo el disfrute de la vida.

Cuando Jesús en el Evangelio nos pide «velar y estar preparados porque no sabemos qué día vendrá nuestro Señor» se refiere a algo similar a esto, debemos fundamentar nuestra vida en el amor y la gracia de Dios, dejarnos de tantos juicios de valor entre lo «bueno y lo malo» y cuestionarnos mejor sobre aquello en lo que daremos mayor gloria a Dios.

San Pablo es precisamente esta actitud de abandono a Dios la que reconoce en la comunidad de Tesalónica “En medio de todas nuestras dificultades y tribulaciones, la fe de ustedes nos ha dado un gran consuelo. El saber que permanecen fieles al Señor, nos llena ahora de vida.” Y pide a Dios que les haga rebosar de su amor, y es que eso es precisamente lo que debemos pedirle a nuestro Padre, rebosar de su amor.

Espíritu Santo ven a nosotros y has que nuestra experiencia del amor de Dios sea tal que nunca nos distraigamos en cuestiones secundarias; porque como dijera san Pablo: “Sabemos que el hombre no llega a ser justo por cumplir la ley, sino por creer en Jesucristo. Por eso también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por cumplir la ley.” (Gal 2, 16)

(P. JLSS)