(Dn 7, 2-14 / Dn 3 / Lc 21, 29-33)
Dios siempre cumple su promesa, «podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero su palabra no dejará de cumplirse» ¿con qué tanta firmeza crees esto? ¿Qué situaciones te hacen dudar de esto? Hoy debemos meditar profundamente en el misterio de la parusía, la vuelta del Señor con toda su gloria.
En la visión de Daniel se nos dice (hablando del Hijo del hombre): “Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido.” Idea contenida en los evangelios sinópticos (Mt 26, 63-64; Mc 14, 61-62; Lc 22, 66-69)
Se trata de dejarnos impresionar por el misterio de nuestro Señor Jesucristo y meditar acerca de nuestra preparación para nuestro encuentro definitivo, si creemos que manda sobre todo, dejémoslo mandar también en nuestras vidas con total libertad, no limitemos su acción, confiemos en que estaremos mejor con Él siempre.
Padre acrecienta en nosotros la esperanza para no vivir desalentados sino con plena seguridad en que vale más la pena sufrir un poco que perdernos de tu amistad, como dice san Pedro «Por esto estén alegres, aunque por un tiempo tengan que ser afligidos con varias pruebas. Si el oro debe ser probado pasando por el fuego, y es sólo cosa pasajera, con mayor razón su fe, que vale mucho más. Esta prueba les merecerá alabanza, honor y gloria el día en que se manifieste Cristo Jesús (1Pe 1, 6-7).
(P. JLSS)
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