(Sab 13, 1-9 / Sal 18 / Lc 17, 26-37)

A propósito de lo que hablábamos ayer acerca de la diferencia que existe entre tener sabiduría y el suponerlo, tras leer la primera lectura recordé una frase de Louis Pasteur, el científico afirmaba que «un poco de ciencia te aleja de Dios, pero mucha ciencia nos aproxima».

San Pablo en su carta a los corintios, dice que «la ciencia hincha, el amor en cambio edifica», pues los miembros de esta comunidad estaban dejando de lado a Cristo por querer aparecer como sabios; casi es el mismo reclamo que se hace en la primera lectura: “insensatos han sido todos los hombres que no han conocido a Dios y no han sido capaces de descubrir, a través de las cosas buenas que se ven a «Aquel-que-es» y que no han reconocido al artífice, fijándose en sus obras…”

¿Qué tanto permites que tu razón sea iluminada por Dios y qué tanto permites que tu fe se complemente con tu razón? Es hasta una recomendación que se nos hace «saber dar razón de la esperanza» (1Pe 3, 15), para perseverar libremente en nuestra fe es necesario que nuestra fe y razón estén bien equilibradas, una sin la otra producen equívocos.

Por eso hoy, queremos pedirte Padre Celestial que nos llenes del Espíritu Santo para cuidarnos de no caer en un racionalismo piadoso, que convierte la fe algo teórico, sin cimentación; pero también, haz que evitemos un fideísmo cerrado, que convierte la fe en algo acartonado. “Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo, ilumine nuestras mentes, para que podamos comprender cuál es la esperanzas que nos da su llamamiento.” (Cf. Ef 1, 17-18)

(P. JLSS)