(Ef 4, 1-6 / Sal 23 / Lc 12, 54-59)
Ayer la palabra nos anunciaba que tarde o temprano necesitaremos hacer una opción fundamental por Cristo; San Pablo, quien es un ejemplo para todos nosotros por su capacidad de optar por Cristo, desde la cárcel sigue exhortándonos a llevar una vida digna del llamamiento que hemos recibido en Cristo.
Este viernes nuestra reflexión debe girar en torno a nuestra opción por Cristo, frente a cualquier situación particular que estemos viviendo debemos preguntarnos ¿creo o no creo en Cristo? Y recordar que no necesariamente la fe se cuadrará con nuestra lógica, pues Dios le rebasa. Incluso el Señor alaba al Padre por esto “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla…”
La sencillez nos llevará a aceptar nuestros pecados, el mucho razonarlos nos puede conducir a justificarlos y a veces casi transformar teóricamente nuestras malas acciones casi en virtudes, a lo que el Señor nos podría decir “¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?”
Dejemos ser al Espíritu Santo en nuestro interior, dejemos que el transforme nuestros criterios humanos y los empatice con los del Señor, que nuestra mayor preocupación sea seguir los consejos de Pablo para vivir dignamente como Cristianos: “Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de la paz.”
(P. JLSS)
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