(Gn 46, 1-7. 28-30 / Sal 36 / Mt 10, 16-23)
Quien cree en Jesucristo, debe tener puesta su confianza puesta en Él solamente, no se debe dejar intimidar por nada ni nadie, ya que sabe a Dios Padre de su lado; ayer escuchábamos el envío que Jesús hacía a sus discípulos y cómo les pedía confiar en la providencia, hoy les invita a confiar en la protección de Dios.
Escuchamos en el salmo que “Cuida el Señor la vida de los buenos y su herencia perdura; no se marchitarán en la sequía y en tiempos de escasez tendrán hartura”; hoy en la primera lectura se nos narró el reencuentro de José y Jacob, quienes fueron separados por la envidia, son unidos por la Providencia.
Dios responderá a nuestras dificultades, confiemos en Él, pongamos en sus manos cada una de ellas y él se encargará de ellas, nosotros preocupémonos por corresponder a su amor, aún en medio de complicaciones y tribulaciones, nada es más fuerte que el amor que Dios nos tiene.
Recordemos las palabras del Señor: “Yo los envío como ovejas entre lobos. Sean, pues, precavidos como las serpientes y sencillos como las palomas”. Y en los momentos de mucha incertidumbre y/o miedo, busquemos a nuestro buen pastor, abandonémonos a su amor y confiemos en la asistencia constante del Espíritu Santo, guardemos silencio para escucharle a Él antes que a cualquier otro sentimiento que quiera alejarnos de la Verdad.
(P. JLSS)
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