(Is 52, 13-53, 12 / Sal 30 / Hb 4, 14-16; 5, 7-9 / Jn 18, 1-19, 42)
Cuando leemos la pasión del Señor según Juan, se nos cuentan hasta sus últimas palabras: “«Todo está cumplido», [después nos dice] e inclinando la cabeza, entregó el espíritu…” con ello contemplamos el cumplimiento de las palabras del Señor: «Así como Moisés levantó a la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre para que todo el que crea en Él tenga vida eterna» (Jn 3, 14-15).
Nuestro Señor ya ha cumplido todo, ahora nos resta preguntarnos si estamos dispuestos a recibir su amor y gracia con libertad, sin restricciones; reconozcamos en cada imagen de la pasión, el esfuerzo y el deseo del Señor por salvarnos y que seamos libres. ¿Por qué no te acercas a él? ¿Por prejuicios? Reconoce su amor y rompe todo escrúpulo de tu mente.
“Mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.” El Señor nos comprende, sabe cuando fallamos por temor, por limitación o miedo, no nos juzga tan duro con nosotros mismos, por el contrario, constantemente nos pone los medios para ser mejores.
Aceptemos su amor y acerquémonos a Él reconociendo su inmenso amor y acudamos a su gracia que es el remedio para todos nuestros males. “Todos andábamos errantes como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Cuando lo maltrataban, se humillaba y no abría la boca, como un cordero llevado a degollar; como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.” Él nos quiere libres ¿te atreves a aceptar esto?
(P. JLSS)
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