(Flp 4, 10-19 / Sal 111 / Lc 16, 9-15)

Tras narrar la parábola del administrador astuto, Jesús afirma que «los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz», por un lado nos invita a ser hábiles en nuestro perseverar, a poner todo nuestro empeño en alcanzarle a Él. Y a los “buenos para los negocios” les dice : “Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo. ”

Y ya a ambos grupos nos pide que nuestra confianza esté puesta sólo en él, en encontrarnos con él, en alcanzarle a él. A no dejar que nada nos distraiga y a permanecer siempre fieles a él. El dinero es un medio nunca un fin, nuestro mayor empeño debe estar en vivir con libertad y procurando ser felices, de nada sirve una cuenta llena con una vida vacía.

No nos dejemos engañar ni nos autoengañemos de ninguna manera: “El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes.” Procuremos ser siempre conscientes de que todo lo podemos con aquel que nos da fuerza al igual que San Pablo.

Dejémonos impresionar por el Señor Jesucristo, quien “siendo rico, se hizo pobre, para enriquecemos con su pobreza”; para que unidos a Él reconozcamos lo afortunados que somos de contar con él y lo grande de su poder, Espíritu Santo concédenos el don de inteligencia para ser capaces de reconocer con claridad lo que es valioso realmente y no dejarnos encandilar por cualquier cosa.

(P. JLSS)