(Rom 8, 1-11 / Sal 23 / Lc 13, 1-9)
Las palabras que Dios nos dice por medio del Profeta Ezequiel deberían estar presentes siempre en nuestras mentes: “No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor”, ya que en Jesucristo y su obra salvadora, nos lo ha dejado patente.
¿Qué tanto agradeces a Dios su amor? ¿Lo reconoces o ya te has acostumbrado a contar con su amor y gracias? Jesús en el Evangelio, les enseña a los hombre que se le acercaron que ante las catástrofes o accidentes debemos recordar que quizá no nos pasó a nosotros, pero pudiera pasarnos ¿qué tan preparados estamos?
Debemos procurar vivir con la alegría y libertad que provienen del Espíritu Santo, porque “Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes.” No hay porque andar tan temerosos.
Padre, ponemos en tus manos todos nuestros temores y miedos, te pedimos que nos auxilies con la fuerza del Espíritu Santo para que nuestro mayor temor sea que por soberbia o falta de fe rechacemos lo que Tú nos ofreces, la libertad y el amor, la vida en abundancia.
(P. JLSS)
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