(2 Cor 12, 1-10 / Sal 33 / Mt 6, 24-34)

¿En estos momentos en qué es lo que te está preocupando? Esta pregunta surgió en mi interior al estar preparando esta reflexión, después de escuchar al Señor decir “Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas”. De allí la importancia de tener claro qué es aquello por lo que me estoy desviviendo.

Al Señor le interesa que vivamos conscientes de su amor, de su gracia y que nuestro empeño lo pongamos en acrecentar nuestra relación con Él; hasta nos aconseja: “busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones”.

Lo mismo predica San Pablo a los Corintios cuando les habla de sus visiones y de «la espina que lleva clavada en su carne» que el Señor no le quitará porque le basta su gracia… muchos de nuestras mayores limitaciones, si les quitáramos la fuerza que les hemos dado, servirían como indicador para nuestra fe, para reconocer que nos hace falta acudir a la gracia de Dios.

Padre, envía sobre nosotros tu Espíritu para que fortalezca en nuestro interior la certeza de tu amor y cuidado, no queremos vivir preocupados por ninguna cuestión secundaria, queremos que nuestra máxima preocupación sea vivir plenamente la libertad que nos das y que lo único que nos atemorice sea alejarnos de ti. Jamás permitas que nos separemos de ti.

(P. JLSS)