(Mal 3, 1-4. 23-24 / Sal 24 / Lc 1, 57-66)

Ya en vísperas de la noche buena se nos invita a recordar la necesidad del Precursor del Señor: “He aquí que yo envío a mi mensajero. Él preparará el camino delante de mí…” porque era necesario que alguien pusiera las condiciones necesarias para tener disposición para recibir al Señor, el Emmanuel, Dios con nosotros.

En el tiempo del adviento la Iglesia quiere ayudar precisamente a lo que nos enseñó el Bautista, para recibir al Señor hay que estar preparados y querer cambiar ¿nos preparamos suficientemente para que esta Navidad sea diferente? El nacimiento del precursor nos debe llenar de alegría.

La gente que contempló todos los misterios dados en el nacimiento de Juan decía: “¿Qué va a ser de este niño?»…, porque realmente la mano de Dios estaba con él.” Se dejaban impresionar porque estos prodigios comenzaban a manifestar que algo grande se avecinaba.

Pidámosle a Dios Padre ser dóciles a su espíritu de tal manera que nosotros podamos también ser precursores de su hijo, que nuestra manera de vivir sea suficiente para que otros se les antoje acercarse al Señor, buscarle. “Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza.” Que esto lo manifestemos en nuestras vidas.

(P. JLSS)