(2Sm 7, 1-5. 8-12. 14.16 / Sal 88 / Rm 16, 25-27 / Lc 1, 26-38)

La temática de los domingos de Adviento es: Vigilancia, conversión, testimonio y, hoy, el anuncio del nacimiento de Jesús y la disposición a recibirle que ellos tuvieron, por lo que es necesario que este domingo nos cuestionemos qué tanta disposición tenemos para el recibirle, o mejor dicho, ¿le ofrecemos un lugar digno para su llegada?

San Pablo nos exhorta a comprender que Dios ha querido salvarnos por pura generosidad, dando a conocer que en Cristo se manifiesta la grandeza del amor de Dios por nosotros, y que él ha dado a conocer: “predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio, mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe”.

David, engrandecido por sus logros militares y monárquicos estaba cayendo en el error de creer que con Dios se puede quedar bien por apariencias o sólo por cuestiones externas por lo que Dios le recuerda lo que ha obrado en él: “Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel”, ¿qué tan presente tenemos lo que Dios ha obrado en nosotros?

Ésta noche celebraremos el acontecimiento más grande de nuestro universo, Dios ha querido poner su morada entre nosotros para que no lo sintamos lejano, ni caigamos en el error de creer que nos comprende, presentémosle un corazón dispuesto a recibirle como hizo María y José, dejémosle que obre en nosotros con libertad, que se cumpla en nosotros todo lo que él guste hacer.

(P. JLSS)