(Hb 4, 12-16 / Sal 18 / Mc 2, 13-17)
Ayer en nuestra reflexión prestábamos mucha atención al momento en que Jesús ordenaba al paralítico tomar su camilla e irse a su casa y cómo el enfermo le prestaba atención únicamente a la voz de Cristo y no a la de los demás que se preocupaban por cuestiones meramente secundarias. ¿A qué le prestas más atención?
Nadie que preste atención a la palabra de Dios con sincero corazón, puede decir que esta no le dice nada, “porque palabra de Dios es viva, eficaz y más penetrante que una espada de dos filos. Llega hasta lo más íntimo del alma, hasta la médula de los huesos y descubre los pensamientos e intenciones del corazón”.
Leví (Mateo) fue llamado por Jesús en medio de su trabajo cotidiano, considerado como algo indigno y vergonzoso para muchos, pero Mateo en esta ocasión prestó mayor atención a la palabra de Dios que a todas las falsas ideas y prejuicios que pudieran venirse a su cabeza.
Jesús nos quiere cerca de Él, tiene el poder para rescatarnos de cualquier esclavitud o falsedad que nos tiene atrapados, dejémonos impresionar por la misericordia de Dios más que por el «qué dirán», que te importe qué es lo que dice él: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores.” Si te sabes enfermo ¿qué esperas para aferrarte al médico?
(P. JLSS)
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