(Ef 3, 2-12 / Is 12 / Lc 12, 39-48)

Cuando uno escucha palabras en el Evangelio cómo estás: “estén preparados, porque a la hora en que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre…” puede analizar al mismo tiempo cómo anda su fe. Si estas palabras parece amenazantes o son estimulantes, dependerá de la idea de Dios que se tenga.

Quien cree en Jesucristo y en el Evangelio necesariamente se ha encontrado con la misericordia de Dios, con la firme determinación que él tiene por nuestro bien, se debe haber reconocido que “por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo.” Dios no hace distinción entre nosotros…

Si queremos ser buenos discípulos de Jesús, no podemos perder de vista que nuestro mayor interés debe estar puesto en aprovechar el amor que Dios nos ha manifestado, en dejar que este amor produzca frutos y vivir conforme a ello. Debemos tener presente que la caridad es precisamente eso, compartir el amor que hemos recibido. “Al que mucho se le da, se le exigirá mucho; y al que mucho se le confía, se le exigirá mucho más”.

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, sabemos también que para estar preparados para cuando el Señor vuelva lo que tenemos que hacer es vivir dóciles al Espíritu Santo y procurar hacer lo que nos toca, bien hecho. Y vivir confiados, “El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación”.

(P. JLSS)