(2Re 2, 1. 6-14 / Sal 30 / Mt 6, 1-6. 16-18)

El día de ayer la palabra nos invitaba a preocuparnos más por amar que por otra cosa, que procuráramos «ser perfectos como el padre celestial» que ama a buenos y malos, de allí que el mejor camino para vivir en paz es contemplar el amor que Dios nos tiene más que a cualquier otra cosa.

“El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada…” con estas palabras el Señor nos enseña el camino para avanzar en este ideal de amar más que juzgar, y es contemplando la grandeza de Jesucristo, desde su Encarnación hasta su Ascención, con todo lo que implica…

Si con el manto de Elías, el profeta Eliseo pudo obrar cosas semejantes a su maestro ¿cuánto podremos obrar nosotros si poseemos el Espíritu Santo? Nuestra tarea es dejar que el Espíritu Santo obre en nosotros con libertad para que se manifieste libremente en nuestras vidas.

Por eso pidámosle a Dios que nos dé la capacidad de abandonarnos al influjo del espíritu, aceptando la grandeza de este don suyo, que nuestra máxima preocupación sea corresponder a tanto amor que se nos ha dado y así poder «tener cuidado de no practicar nuestras obras de piedad para que nos mire la gente», necesitamos más cristianos de convicción y menos aparentes.

(P. JLSS)