(Hch 15, 1-6 / Sal 121 / Jn 15, 1-8)

Cuando no comprendes algo ¿le pides ayuda o claridad al Señor? En la comunidad de Antioquia, algunos cristianos judaizantes introdujeron su doctrina, según la cual para salvarse no bastaba seguir la doctrina de Jesús sino que, también debía observarse la ley de Moisés… razón por la cual, Pablo y Bernabé van a Jerusalén.

Hubo un conflicto doctrinal, unos afirmaban que si se debía cumplir con la ley, otros que no era necesario, para no errar la comunidad cristiana envía a sus delegados a lo que es conocido como el «concilio de Jerusalén», obedeciendo así las palabras del Señor: “Permanezcan en mí y yo en ustedes, el que permanece en mí da fruto abundante”.

Jesús nos dijo: “yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto”. Los apóstoles, movidos por el Espíritu Santo se reunieron para aclarar puntos importantes, para dividir o para generar complicidad, buscaban la unidad y tener claro qué debían arrancar y dónde habrían de podar.

Espíritu Santo desciende sobre cada uno de nosotros, invade nuestro ser, te necesitamos para tener la valentía para soltar todo aquello que el Padre quiera podar de nuestras vidas, todo aquello de lo cual ya nos ha liberado Jesús y a lo cual nos aferramos por miedo; no permitas que nos cerremos a tu acción y que por soberbia, en lugar de dejar algo, lee justifiquemos. Danos valentía y libertad.

(P. JLSS)