(Hch 15, 7-21 / Sal 95 / Jn 15, 9-11)
Algo que debe llamarnos mucho la atención del «concilio de Jerusalén» es que las diferentes posturas que habían o facciones, estaban preocupadas por cumplir la voluntad de Dios, sabían reconocer los medios que Dios les daba para facilitar esto y estaban dispuestos a cambiar.
Dentro de los medios que Dios nos da para descubrir su voluntad se encuentra la autoridad del Magisterio, que encontramos cuando Pedro se levanta para recordarles que Dios no hace distinción de personas; otro medio que podemos notar es el silencio, dejan hablar a Pablo, Bernabé y a Santiago. No estaban aferrados sólo a lo suyo.
En la aclamación del Evangelio escuchamos las palabras de Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”. Escuchar no es lo mismo que oír, escuchar es prestar atención a lo que se oye ¿guardas el suficiente silencio para reconocer con claridad lo que Dios te pide?
Pidámosle a Dios la capacidad de saber guardar silencio, reconocer la autoridad del Magisterio, saber reconocer su grandeza y que rompa en nosotros toda terquedad que nos haga alejarnos de él y no permanecer en su amor. El Señor nos ama y quiere que l alegría de su amor esté en nosotros…
(P. JLSS)
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