(Is 45, 6-8. 18. 21-25 / Sal 84 / Lc 7, 19-23)
Siempre me ha llamado la atención este pasaje del Evangelio: “En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”, El bautista ya se encuentra en la prisión, encerrado por cumplir con su misión, donde pareciera estarse preguntando: ¿habré hecho las cosas bien?
No tiene nada de malo que surjan estos cuestionamientos en nuestro interior cuando atravesamos momentos y circunstancias que rebasan nuestra lógica y manera de pensar, el problema surgirá cuando demos mayor importancia a esto que a nuestra fe. Juan, busca en Cristo la respuesta a su duda… Jesús le responde mediante sus obras.
Prestemos mayor atención a la obra de Dios que a la humana, reconozcamos que van dirigidas hacia nosotros las palabras del profeta Isaías “Vuélvanse a mí y serán salvados, pueblos todos de la tierra, porque yo soy Dios y no hay otro. Lo juro por mí mismo, de mi boca sale la verdad, las palabras irrevocables: ante mí se doblará toda rodilla y por mí jurará toda lengua, diciendo: ‘Sólo el Señor es justo y poderoso’.” Y dejemos que vuelva a surgir en nosotros la alegría.
Señor Jesucristo, te damos gracias por el inmenso amor que has manifestado hacia nosotros, te pedimos que no nos dejemos distraer por los problemas o las situaciones incomprensibles, antes bien que siempre recurramos a ti para encontrar respuestas y logremos mantener la alegría que nos da el contar contigo (2Cor 4, 7-10).
(P. JLSS)
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