(1Jn 1, 5-2, 2 / Sal 123 / Mt 2, 13-18)

Celebrar a los «santos inocentes» es pensar en todos aquellos que han sido víctimas de alguna injusticia únicamente por temor a Jesucristo de unos cuantos, por ejemplo el caso de los niños que fueron asesinados por el rey Herodes sólo porque le dio miedo la llegada de alguien que podía arrebatarle su corona.

Cuando uno se cree, es soberbio, se terminará cerrando a los demás se cerrará hasta para recibir la acción de Dios; si contemplamos lo que hizo Herodes como meros espectadores nos dedicaremos a describir su injusticia, pero si dejamos que la palabra nos confronte deberíamos pensar si en alguna ocasión hemos actuado de manera semejante.

Cuando algo amenaza tus «falsas seguridades» o tus «refugios baratos» ¿has actuado de manera si miliar a este personaje sombrío? Por miedo a perder aquello que te hace sentir seguro(a) ¿Has actuado de manera mala y/o irresponsable? Hoy no es un día para describir una problemática, ni para aprovecharse de la inocencia de alguien, es un día para confrontarnos y procurar no actuar de manera semejante.

Quienes celebramos navidad, reconocemos el amor y la generosidad de Dios, por ello debemos permanecer fieles a aquello que profesamos como más valioso aún en medio de amenazas y peligros. “Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad. Si decimos que estamos con Dios, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no vivimos conforme a la verdad.” Padre celestial, aumenta nuestra fe, de manera que nos dé más miedo perderte a ti que cualquier otra cosa.

(P. JLSS)