(1Tes 5, 1-6. 9-11 / Sal 26 / Lc 4, 31-37)

¿Permites que la palabra de Dios toque tu corazón o le ignoras según conveniencia? Comienzo con esta interrogante por el endemoniado del Evangelio que le pregunta a Jesús ¿porque te metes con nosotros? Le reconoce pero como algo que le estorba e inclusive, le daña…

Quien está aferrado a algo y no quiere aceptarlo o cambiarlo, rechazará la palabra o aquellas partes que le confronten consciente o inconscientemente; quien le acepta, vive tranquilo “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?”.

En la primera lectura, San Pablo, nos enseña que quien vive de acuerdo a lo que cree no teme a nada, hablando del día de la parusía dice: “Pero a ustedes, hermanos, ese día no los tomará por sorpresa, como un ladrón, porque ustedes no viven en tinieblas, sino que son hijos de la luz y del día, no de la noche y las tinieblas.”, quien teme es porque es consciente de aquello que debe dejar.

Vivamos convencidos de que “Dios no nos ha destinado al castigo eterno, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.” Por ello Padre te pedimos que por medio de tu espíritu fortalezas nuestra esperanza para que desaparezca cualquier miedo en nuestro interior. Quien te tiene a ti, nada le falta.

(P. JLSS)