(Sir [Eclo] 35, 1-15 / Sal 49 / Mc 10, 18-31)

Después de la Solemnidad de Pentecostés tras la cual reanudamos litúrgicamente el «Tiempo Ordinario», éste es un periodo en el que no hay una preparación o celebración de algún misterio concreto (cuaresma/pascua; adviento/Navidad), es un tiempo en el que se nos invita a dejar penetrar el misterio pascual a través de lo cotidiano de Jesús en el Evangelio y dejar que la Palabra ilumine nuestra realidad.

Hoy, por ejemplo, la liturgia de la palabra nos invita a cuestionarnos sobre la rectitud que existe en las renuncias que hacemos por Dios ¿buscan un crecimiento espiritual o sólo son motivadas por la costumbre? “La ofrenda más grata al Señor es la que ofrece aquel que cumple su ley”.

Es muy fuerte el reclamo que se hace en la primera lectura: “No pienses en sobornar al Señor, porque él no recibirá tus dones, ni confíes en la ofrenda de cosas mal habidas, porque el Señor es un juez que no se deja impresionar por apariencias”, debemos buscar nuestro crecimiento espiritual y evitar caer en errores en la manifestación de nuestra religiosidad.

Señor Jesús tú nos prometiste el ciento por uno de todo aquello a lo que renunciemos por ti, junto con persecuciones, no permitas que en los momentos de dificultades y persecución nos olvidemos de tu amor. Espíritu Santo danos la fortaleza en los momentos difíciles y acrecienta en nosotros la certeza de que ya poseemos la mayor riqueza, nuestro Señor Jesús por el que vale la pena dejar todo.

(P. JLSS)