(Ap 1, 1-4; 2, 1-5 / Sal 1 / Lc 18, 35-43)
Quien no se guía por mundanos criterios… quien ama la ley de Dios y se goza en cumplir los mandamientos, “Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.” ¿existe algo en estos momentos de tu vida que te haga sentir marchito(a)?
Dentro de las cartas con las que comienza el libro del Apocalipsis a las siete Iglesias, hoy escuchamos la que se dirige a la comunidad cristiana de Éfeso, en ella se le reconoce su tenacidad y perseverancia en las dificultades, sin embargo, también se le llama la atención “Pero tengo en contra tuya que ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes…”, jamás nos debemos acostumbrar a contar con Dios.
Si el Señor nos preguntara cómo al ciego del Evangelio: “¿Qué quieres que haga por ti?” ¿Tendríamos clara la respuesta? ¿Que nos hace falta en estos momentos para «recuperar la vista»? El ciego del que habla el Evangelio tenía bien clara cuál era su necesidad, por ello sólo contesta: “Señor, que vea”.
Vamos a pedirle hoy a nuestro Señor, que nos conceda reconocerle como nuestra mayor necesidad en estos momentos, que nos haga conscientes de la inmensa misericordia que ha manifestado hacia nosotros, que procuremos vivir conforme a este misterio, para que no limitemos en nuestro interior el espacio a su amor. Que siempre queramos más.
(P. JLSS)
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