(Gn 12, 1-9 / Sal 32 / Mt 7, 1-5)

“La palabra de Dios es viva y eficaz, y descubre los pensamientos e intenciones del corazón”. Es necesario dejarnos interpelar por ella en nuestro perseverar, para así lograr fortalecer nuestra esperanza y purificar nuestras intenciones y acciones. ¿Escuchas la Palabra de Dios o sólo la oyes?

Cuando uno escucha, presta atención a lo que oye; quien sólo percibe una cosa por el sentido del oído y ya. Para escuchar algo, debemos considerar importante y valioso lo que se nos presenta. Dependerá de la confianza que le tengamos a Dios, la atención que prestemos a su Palabra.

Abram confió en la Palabra de Dios y en sus promesas, no dejó que nada le hiciera dudar, aún teniendo setenta y cinco años cree en Dios y eso su promesa de hacerle padre de un gran pueblo; quien no tiene tanta confianza en Dios, irá aceptando y rechazando todo aquello que sea o no de su conveniencia; pero, al mismo tiempo, se hará experto en reconocer las limitaciones ajenas.

No dejemos que nada nos distraiga. “En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo”, dejemos de poner nuestra atención en cosas que no son importantes y estemos atentos a lo que el Señor nos está pidiendo. Espíritu Santo abre nuestros oídos y corazones para aceptar la Palabra y esforzarnos por hacerla vida.

(P. JLSS)