(Hb 11, 32-40 / Sal 30 / Mc 5, 1-20)

El pasaje que acabamos de escuchar en el Evangelio siempre me ha impresionado, por un lado esta la intencionalidad del autor sagrado de manifestar la total autoridad del Señor sobre los espíritus inmundos y demonios; por el otro, está la respuesta a esta acción de Dios dada por los involucrados (el ex endemoniado y la gente del pueblo).

La gente del Pueblo pone más atención en los cerdos despeñados que en el hermano liberado m, se preocupan más por lo material que por la presencia del Señor, que incluso llegan a correr de sus territorios, lo prefieren lejos…; el que fue liberado, emocionado pide ser parte de su compañía, pero el Señor le da una misión concreta: «Vete a tu casa a vivir con tu familia y cuéntales lo misericordioso que ha sido el Señor contigo».

Por allí debemos empezar todos… por reconocer lo que Dios ha obrado en nosotros y compartir nuestra experiencia con los demás, si queremos servir a Dios completamente, debemos reconocer su acción en nosotros primero, no movernos por pura emoción, lo impulsivo de la emoción no es nada frente a la experiencia del amor puro.

Padre te pedimos que, por la fuerza del Espíritu Santo, acrecientes nuestra fe y nuestra confianza en ti, haz que experimentemos la fuerza de tu amor y eso sea lo que compartamos, no queremos ser proselitistas de una doctrina sino testigos de nuestro encuentro contigo. Aquí estamos Señor para hacer tu voluntad, gracias por lo que has hecho por nosotros.

(P. JLSS)